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RETIRADA

Otra respuesta a las condiciones de la opresión es la retirada. La retirada engloba un vasto rango de acciones posibles. En un extremo del espectro están los actos desinteresados o de rechazo llevados a cabo por individuos aislados. Existen enclaves sociales (herederos de la tradición bohemia) que están llenos con ese tipo de personas. Su objetivo no es hacer cambios sociales o políticos a gran escala, pero vivir de manera "auténtica". Podemos notar el problema potencial con esta estrategia al revisar los sinónimos de la palabra "retirada": abandono, abdicación, desentendimiento, retroceso, resignación, huida.

Al otro lado del espectro está el uso de la retirada como táctica política, la cual se concentra en replegarse de ciertas prácticas e instituciones económicas, políticas o sociales. Como con los recursos jurídicos y la acción directa, esta puede ser un esfuerzo radical (y exitoso) para ganar la libertad. También puede ser un punto muerto de irrelevancia política y hostilidad horizontal. La hostilidad horizontal, término acuñado por Florynce Kennedy en 1970,30 describe la destrucción que sucede cuando grupos oprimidos luchan entre ellos mismos en lugar de contraatacar a los poderosos. Es un comportamiento predecible y uno del cual debemos permanecer vigilantes. Una estrategia de retirada pone está en riesgo de exacerbar esta tendencia por la obvia razón que si acabas con la posibilidad de luchar hacia arriba en la pirámide de la jerarquía, las únicas personas que quedan para atacar son tus semejantes.

Horizontal Hostility

Figura 3-1: Hostilidad Horizontal

La diferencia principal entre emplear la retirada como una estrategia exitosa y la retirada como una estrategia fallida resulta en la relación que tiene con la resistencia política o si por sí misma se puede evaluar como adecuada. Con frecuencia esta diferencia depende precisamente de la distinción entre liberal y radical. Recuerda que el liberalismo es idealista; conceptualiza a la sociedad como si estuviera conformada por ideas y no por instituciones materiales. Consecuentemente, una estrategia para sencillamente retirar la lealtad del sistema dominante desde el posicionamiento psicológico, intelectual o cultural de los individuos es vista por los liberales como una estrategia revolucionaria. Mientras que los temas de identificación y lealtad son cruciales para la construcción de una conciencia de nivel necesaria para un movimiento de resistencia, estos por sí mismos no son suficientes. La retirada debe ir más allá del ámbito intelectual, emocional y psicológico para incluir una meta que en efecto logre la justicia. "Un mundo de mundos" puede dar consolación, pero en última instancia nada cambiará. Debemos de protegernos contra estos impulsos, por seductores que puedan ser. La idea de que todo lo que nos queda por hacer es girar nuestra atención hacia nosotros mismos y nuestra comunidad elegida puede resultar atractivo, pero esas acciones jamás van a ser suficiente. Separado de una meta mayor hacia la libertad y una estrategia de confrontación directa con el poder, las comunidades que se "retiran" terminan siendo en el mejor de los casos irrelevantes y en el peor, lugares desagradables, tóxicos por la crítica personal y un clima de culto.

A menudo los "retirados" muestran las estrategias de retirada y las confrontaciones directas con el poder como estrategias que se oponen entre sí, en lugar de ver la retirada como un elemento necesario de la acción directa. Pero vivir en el mundo de la burbuja alienada de los conversos es un sustituto pobre a la libertad, y tal mundo definitivamente no salvará al planeta. La diferencia entre una cultura alternativa y una cultura de resistencia es tan importante que estamos destinando un capítulo entero a ello.

Por ahora, un ejemplo de estudio positivo es la Revolución Americana. La estrategia original de los colonizadores era una de retirada, la cual empleaba:

una retirada partiendo de la identificación y la creación subsecuente de un nuevo punto focal para las lealtades de las colonias americanas en oposición a la corona británica;

retirada económica y boicots de todo tipo, desde el té hasta la lana;

retirada cultural y la valoración del arte, productos y sensibilidades americanos;

retirada política, construida alrededor del sistema tribunal colonial y el gobierno de un congreso propietario del estado y la colonia.

Todas estas formas de retirada convergieron en una cultura de resistencia que creó, animó y apoyó a la revolución. Las personas empezaron a concebirse a sí mismas como ciudadanos del estado y en última instancia de esos estados unidos. También tomaron nuevas identidades políticas como patriotas, como "Hijos de la Libertad", en lugar de hijos e hijas de Inglaterra.

Estas auto-definiciones politizadas emergieron con la retirada cultural y económica. El país de los Estados Unidos es excepcional como una ex-colonia británica en cuanto a que es una nación de bebedores de café, no de té. Este es un resultado directo de la resistencia colonial a los impuestos del té del que se conserva el mitológico Motín del Té en Boston. Ningún patriota bebía té, y los Hijos de la Libertad estaban dispuestos a tomar las medidas necesarias para asegurarse que nadie más lo hiciera.

Algunos antecedentes históricos de la era pueden ser necesarios para la discusión. La Constitución Británica otorgaba que el gravamen impuesto a sujetos británicos sólo podía tributarse bajo el consentimiento de las personas. Ese consentimiento moraba en el parlamento representando la voluntad de las personas. Este concepto se trasladó a la Constitución de los Estados Unidos, el cual establece que sólo el congreso americano tiene el poder de establecer un impuesto y no el presidente. Samuel Adams escribió que para pagar impuestos sin representación equiparaba a ser reducido de un "carácter de sujetos libres al estado miserable de esclavos tributarios". El insulto de los impuestos británicos se sintió aún más porque los colonizadores tenían representación en sus propias asambleas de estado, los cuales creían eran los órganos más adecuados para establecer impuestos.

Los levantamientos locales (a los que ahora se les consideraría violencia colectiva) eran comunes a través de Inglaterra y a través de las colonias porque no había fuerza policíaca en el siglo XVIII. Desde la Edad Media, el gobierno dependía de instituciones de "revuelo y algarabía", donde los infractores de la ley serían aprehendidos por la comunidad en general. Para el siglo XVIII, el método preferido era el posse commitatus, en el que el magistrado o alguacil recibía el disfrute de poder para llamar a cuantos hombres capaces fueran necesarios. La siguiente línea de defensa era el ejército. El historiador Pauline Maier explica, "Ambos, el pelotón de la comunidad y el ejército, atraían a hombres de la localidad incluyendo a muchos de los que habían participado en levantamientos extra-legales. Esto significó que las insurrecciones podían de manera natural asumir la forma de una institución legal, conforme los insurgentes actuaban por hábito con relativa restricción y responsabilidad".31

Lo que quiere decir es que si hubiera una porción de la población amplia que fuera comprensiva de la causa o se involucrara de manera directa en un disturbio, el juez quedaba "virtualmente indefenso".32 Esto sucedió repetidamente a través del periodo que culminó en la Guerra Revolucionaria conforme una oleada de personas sentían que se violaban sus derechos por los policías británicos.

La Ley del Timbre fue de muchas maneras el principio de la resistencia organizada. La ley fue aprobada por el parlamento en 1765 para ayudar a pagar las Guerra de los Siete Años. La mayoría de los documentos oficiales, como registros judiciales, concesiones de tierras y materiales impresos como periódicos de gran formato y diarios, debían portar una estampa y esa estampa costaba dinero. El acta fue despreciada a través de las colonias, y las legislaturas coloniales mandaron cartas de protesta a Inglaterra. Pero más importante aún fue el Congreso de la Ley del Timbre. Este fue el primer colectivo que cubrió a toda la colonia en un esfuerzo por unir a todos por una causa común contra Gran Bretaña. Los grupos locales que se opusieron a la Ley del Timbre también crearon comités de correspondencia, una red de activistas que abarcaba las trece colonias. Estos comités fueron cruciales para proveer la infraestructura política requerida para formar el movimiento revolucionario que le siguió. De acuerdo con Richard Bushman, "La red de activistas representó que para 1773 se había popularizado un lenguaje revolucionario en virtualmente cada oído adulto en Massachusetts, y hubo un discurso fluido que unía la prensa de Boston y las reuniones públicas con la conversación en las reuniones y tabernas a través de provincia".33

La Ley del Timbre nunca se aplicó gracias a los esfuerzos de resistencia de personas comunes. En su mayor parte esos esfuerzos tomaron la forma de destrucción de propiedad y amenazas de daño corporal. Los timbres requerían distribuidores, oficiales responsable de su venta. Aquellos oficiales eran el punto de apalancamiento, el objetivo fácilmente identificable para detener los temidos timbres. Las protestas callejeras incrementaron en Boston y luego se expandieron rápidamente a las colonias vecinas. Los distribuidores fueron ahorcados, quemados o decapitados en efigie. La muchedumbre luego se dirigía a la casa del distribuidor la cual era desalojada por sus residentes y luego era saqueada y destruida. Con frecuencia el distribuidor era forzado a resignar su cargo públicamente. Como resultado era imposible encontrar a alguien que estuviera dispuesto a tomar ese cargo. De acuerdo a Maier, "La solución era infecciosa. Sin distribuidores, la Ley del Timbre no podía entrar en vigor, así que la coerción de los distribuidores de estampas era racional y eficiente"34 . El distribuidor de estampas de Massachusetts renunció el 15 de agosto de 1765. En el 29 de agosto, le siguió el de Rhode Island, y la estrategia se demostró tan exitosa que el resto cayó con premura. El último distribuidor fue el de Georgia y tuvo que llegar de Inglaterra. Al llegar a los EU, su primer y único acto oficial fue la renuncia. Para Marzo de 1766, la Ley del Timbre fue revocada porque era imposible de ejercer.

Los boicots contra los bienes británicos fueron fortalecidos al pactarlos en un acuerdo formal llamado la Asociación Continental. La Asociación, como se conoció posteriormente, redactó un documento con catorce puntos, los Artículos de la Asociación, el cual formaba un pacto entre las colonias para resistirse a la infracción de los derechos coloniales. Su objetivo principal era lograr un boicot de gran escala. Para citar el documento, "un acuerdo de no importación, no consumo, no exportación, cumplido con fidelidad, probará ser el método más rápido, efectivo y pacífico". La prohibición del té demostró serlo.

El aspecto fascinante es que la Asociación no tenía poder de imposición. A diferencia de la corona, no podían arrestar, multar o encarcelar a los ofensores. Los ofensores sólo podían ser nombrados y avergonzados en letra impresa y ostratizados socialmente como "los enemigos de la libertad americana". De acuerdo con Walter H. Conser, et al.,

La Asociación intentó afrontar las dificultades económicas que seguramente iban a soportar las colonias por el boicot. Hacia el final, buscaron "fomentar la frugalidad, economía e industria y promover la agricultura, artes y la manufactura de este país, en especial la lana". Algunas asambleas provinciales analizaron las implicaciones económicas e intentaron fomentar la manufactura de lo siguientes productos: "lanas, algodones, franelas, cobijas, tapetes, calcetería, telas rugosas, todo tipo de tintes, linaza, cáñamo, sal, salitre, pólvora, clavos, alambre, acero, papel, vidrio, productos de cobre y licores de malta". Massachusetts añadió "hojalatería, armas de fuego y botones".36 Conser et al., explica que

El verdadero trabajo de la resistencia a menudo se llevado a cabo por patriotas olvidados en villas y pueblos en el campo al igual que en la ciudad. Estos hombres y mujeres sin nombre eran las personas que hilaban, tejían y usaban paño casero, quienes se unieron al boicot contra los bienes ingleses y quienes instaron a sus vecinos que se unieran y se mantuvieran firmes. Muchos se juntaron en actos de muchedumbres y reuniones masivas para protestar y formaban o apoyaban los comités locales de resistencia. Se rehusaban a obedecer los estatutos y oficiales de la corona británica, los cuales hace poco tiempo habían sido la ley del territorio. Fueron estos conjuntos de actos de resistencia y de no cooperación que golpearon de manera más abierta la autoridad de la Corona.37

Los patriotas también se rehusaron a atender las tropas, publicaban periódicos sin los timbres y continuaron operando los cuerpos gubernamentales que los británicos habían disuelto.

La situación se intensificó en Massachusetts. Con la Ley del Gobierno de Massachusetts, el parlamento tomó el control de ambos cuerpos de gobierno y el poder judicial de los ciudadanos. La primera disposición declaró que los jueces serían nombrados por el gobernador, quien era designado por la corona, en lugar de un consejo que estuviera bajo el control de los habitantes. Esto tendría efecto el día 1 de agosto de 1774. Lo que sucedió después se llamó la Primera Revolución Americana.38

Los patriotas de Pittsfield, Massachusetts, la cabecera del condado de Berkshire, "propusieron un método nuevo más directo para oponerse a la política británica: ¿por qué no cerrar las cortes? Dado que el peso de la autoridad gubernamental fue experimentado de manera más directa y frecuente a través del sistema judicial, clausurar las cortes detendría de manera efectiva la Ley del Gobierno de Massachusetts.39 El Comité de la Correspondencia de Pittsfield difundió la estrategia. Rápidamente Boston respondió, "Reconocemos nuestra deuda con su sabiduría... en nuestra opinión, nada pudo haber coordinado mejor las medidas tomadas por tu condado para prevenir las sentencias del tribunal".40

El tribunal del Condado de Berkshire no volvió a operar hasta que los Estados Unidos fuera declarado una nación independiente. El 16 de agosto, 1,500 patriotas desarmados (granjeros, artesanos, dueños de pequeños negocios) tomaron el palacio de justicia. Como un testigo lo describió, "El alguacil les ordenó que hicieran paso para el tribunal; pero les dejaron claro que sabían que ninguna corte ni cualquier otro sistema que no fueran las leyes y usanzas antiguas de su país & que a ninguna otra se someterían o que cederían bajo otros términos".41 La escena se repitió a través del estado. Cualquiera que aceptara oficiar como juez o magistrado era sujeto a enfrentar el rechazo social, intimidación por la iglesia, en su casa o en la calle por multitudes que alcanzaban los millares hasta que renunciaran, a menudo haciéndolo en público y en papel. La mayoría de estos encuentros fueron restringidos e incluso respetuosos. De acuerdo al historiador Ray Raphael:

Efectivamente, las multitudes actuaron con tanto orden que algunos votaron para proponer una alabanza en el Sabbat. La testigo Abigail Adams escribió, "Siendo la tarde del domingo, pasó como en negativo".43

Su estrategia de retirada económica, política y de identificación, creó una verdadera cultura de resistencia que apoyó el éxito de futuros actos de resistencia. Raphael escribió, "Mientras un grupo con renombre de abogados, comerciantes y cultivadores que poseían esclavos se reunían como un Congreso Continental en Filadelfia para considerar si debían retar al gobierno británico, los granjeros y artesanos de Massachusetts, vigilando sus libertades celosamente y votando en cada turno, tomaron el control del imperio más poderoso en la tierra".44 Para el momento en que se difundió por todo el mundo, la corona ya había perdido el control de la colonia. La marcha de los Mantos Rojos a Lexington fue un esfuerzo desesperado para retomar el control de las armas.