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La "violencia" es una categoría extensa y necesitamos ser claros a lo que nos referimos para que podamos hablar de ella como un movimiento. Es urgente entender las siguientes distinciones: la violencia de la jerarquía vs. defensa personal, violencia contra personas vs. violencia contra máquinas y la violencia como realización personal vs. la violencia como resistencia política. Es difícil encontrar alguien que está en contra de esto. Cuando se clarifica en su contexto, el concepto abstracto de "violencia" se rompe en acciones distintivas y concretas que necesitan ser juzgadas por sus propios méritos. Puede ser que al final algunas personas continúen rechazando todas las categorías de violencia; esa es una prerrogativa que todos tenemos como agentes morales. Pero la solidaridad es posible, y además resulta ser una necesidad dada la gravedad de la situación y lo tardado de la respuesta. Donde sea que personalmente caigas en el espectro de la cuestión de la violencia, es vital entender y aceptar su utilidad potencial para lograr nuestros objetivos radicales y feministas.

La Violencia de la Jerarquía vs. la Violencia de la Defensa Personal

La violencia de la jerarquía es la violencia que los poderosos usan en contra de los desposeídos para mantenerlos subordinados. Como ejemplo tenemos a la violencia cometida para la obtención de riquezas, es socialmente invisible o se ejecuta a una distancia suficiente para que sus beneficiarios no tengan que estar conscientes de ella. Este tipo de violencia ha definido cada tipo de guerra imperialista en la historia de los EU donde ha luchado para obtener acceso a "recursos naturales" que las corporaciones necesitan consumir para transformarlos en los bienes de consumo baratos que conforman la base del estilo americano de vida. Las personas que luchan para defenderse a sí mismas y su tierra son asesinadas. Nadie lo nota. Los poderosos tienen a los ejércitos, tribunales, prisiones e impuestos del contribuyente de su lado. También poseen los medios masivos de comunicación y así controlan no sólo la información sino la dirección del discurso. Los privilegiados tienen las "comodidades o elegancias" (como lo expresó un defensor de la esclavitud) a las cuales creen que Dios les ha dado el derecho, además del lujo de permanecer ignorantes.27 La estructura global del capitalismo funciona a través de la violencia (¿será que la Violencia es: el Otro Combustible Fósil?). La violencia usada por los poderosos para mantener el poder de la jerarquía a su favor es una manifestación de la que podemos estar de acuerdo que está mal.

En contraste, encontramos que la violencia en la defensa personal es un rango de acciones adoptadas por las personas que son heridas por un agresor. Todos tenemos el derecho a defender nuestra vida o a una persona de un atacante. Muchos izquierdistas extienden este concepto de defensa personal al derecho colectivo a defenderse como personas. Por ejemplo muchos activistas políticos apoyaban a los sandinistas en Nicaragua, aun tomando riesgos personales en trabajos solidarios como la construcción de escuelas y cosechando café. En efecto, algunas personas se rehusaban a llamar a su defensa colectiva como "violencia", definiendo la violencia únicamente como esos actos brutales que apoyan la jerarquía. Creo que es más honesto llamar a esto violencia y aceptar que no toda la violencia es igual o igual de mala.

Violencia contra la Propiedad vs. Violencia contra la Gente

De nuevo, algunas personas rechazarán que la palabra violencia sea correcta para describir la destrucción de propiedad. Ellos argumentan que debido a que los objetos físicos no pueden sentir dolor, herramientas como la pintura en aerosol y los catalizadores no pueden ser consideradas armas y que su uso no es violento. Creo que la distinción entre seres sensibles y objetos insensibles es crucial. Así que, ¿la destrucción de propiedad es violenta o no-violenta? La pregunta es tanto pragmática (por falta de mejores términos) como vivencial. La destrucción de propiedad puede realizarse sin lastimar ni a un solo ser sensible y con grandes efectos para detener un sistema injusto. ¿Alguien puede argumentar con autenticidad en contra de la destrucción de las vías ferroviarias y puentes por parte de la Resistencia Francesa para detener a los Nazis?

Pero la violencia contra la propiedad también puede ser un acto de intimidación. Esta es la fuente de inquietud que muchos progresistas y radicales pueden sentir hacia la destrucción de propiedad. Si has sido una persona lo suficientemente amenazada, sabes cuán efectivo puede ser. Precisamente, si la violencia contra la propiedad fuera un acercamiento inefectivo para infundir el miedo y la sumisión, nadie la usaría nunca. Incendiar una cruz en el jardín de alguien tiene el propósito de traumatizar y aterrorizar. También lo es estrellar todos los platos en el suelo. Un amigo que sobrevivió un ataque terrorista del ala derecha en el edificio donde ella trabajaba fue hospitalizada con síndrome de estrés post-traumático. La destrucción de propiedad puede tener un efecto incapacitante en los seres sensibles.

Lo que sea que decidamos llamar destrucción de propiedad, necesitamos pesar las consecuencias y los beneficios estratégicos para tomar decisiones desde este análisis. De nuevo, "violencia" no es una mala palabra, sólo es una palabra descriptiva. Resulta obvio que hay muchas más personas que podrían aceptar el ataque contra una ventana, una pared o un edificio vacío que las que podrían aceptar violencia contra una persona, y así es como debe ser. Pero donde sea que personalmente uno se posicione en este tema, el respeto básico para cada quien y para nuestro movimiento como un todo, exige que reconozcamos la distinción entre personas y propiedad cuando discutimos la violencia.

Violencia como Auto-Realización vs. Violencia para Resistencia Política

La socialización masculina es el entrenamiento básico para la vida en una jerarquía militar. La psicología de la masculinidad es la psicología requerida para formar soldados, necesaria para sus exigencias de control, distanciamiento emocional, disponibilidad y habilidad para dominar. El objetivo de la dominación es el grupo negativo de referencia, un "otro" que pueda ser cosificado con un valor menor al humano. En el patriarcado, el primer grupo al que los niños aprenden a despreciar son las niñas. Franz Fanon cita (sin ninguna crítica) a un joven algeriano militante que cantaba repetidamente "No soy un cobarde, no soy una mujer, no soy un traidor".28 No hay peor insulto que llamar a alguien con alguna versión de "niña", a menudo empleando alguna parte de la anatomía femenina deformada para proferir un discurso de odio.

Con la legitimación masculina viene el imperativo de violación: los hombres se vuelven hombres al romper barreras, ya sean las barreras sexuales de las mujeres, las barreras culturales de otras personas, las barreras físicas de otras naciones, las barreras genéticas de las especies o las barreras ecológicas de los ecosistemas. Para la psique legitimada, la única razón por la que el "no" existe es porque le genera excitación sexual forzar su avance por sobre de este. Como Robin Morgan penosamente describe la situación de las mujeres Tamil:

Para las mujeres, las guerrillas y el ejército traen el desastre. Se quejan que los hombres en los dos bandos roban, saquean y agreden a mujeres y niñas. Odian al ejército del gobierno por hacer esto, pero están igual de aterradas de las fuerzas insurgentes luchando ostensiblemente para su liberación. Entre los propios hombres Tamil, uno dice cansinamente, "Si los jóvenes regresan, tendremos la misma experiencia otra vez. Queremos que se nos deje en paz".29

Eldridge Cleaver anunció, "Tendremos nuestra hombría o la tierra será arrasada en nuestros intentos por obtenerla". Esta es una propuesta perder-perder para el planeta, y para las mujeres y niños que se paran en el camino de tales necesidades masculinas. O como los vietnamitas dicen, cuando los elefantes luchan, el pasto es quien sufre.

Como podemos ver de estos ejemplos, ya sea desde un entendimiento feminista o desde una perspectiva por la paz, la preocupación por el riesgo potencial de emplear violencia tanto individual como culturalmente, es válida. Muchos soldados quedan marcados permanentemente por la guerra. Los refugios para indigentes están poblados con veteranos demasiado traumatizados para funcionar. Las situaciones que amenazan la vida dejan cicatrices al igual que cometer y sobrevivir atrocidades.

Pero la violencia es una categoría de acción extensa; puede manejarse destructivamente o con sabiduría. Podemos decidir cuando la destrucción de propiedad es aceptable, contra cuáles objetivos físicos y cotejar los riesgos para civiles. Podemos decidir si la violencia directa contra las personas es adecuada. Podemos construir un movimiento de resistencia y una cultura de apoyo en el que las atrocidades jamás sean aceptables; en la que las penalidades por cometerlas sean eficientes y severas; en la que la violencia no es glorificada como concepto pero en su lugar es comprendida como un conjunto específico de acciones que probablemente se deban realizar, pero que también contempla el regreso a nuestras comunidades. Esas son guías que podemos integrar en nuestra cultura de resistencia. Esa cultura debe incluir una crítica feminista a la masculinidad, un profundo entendimiento de los fundamentos de las dinámicas de abuso y un entendimiento del trastorno de estrés post-traumático (TEPT). Necesitaremos tener normas de comportamiento que rechacen a los abusadores en lugar de otorgarles poder, redes de apoyo para prisioneros, ayuda para combatientes con TEPT y un acuerdo en el que nadie con un historial de comportamiento violento o abusivo pueda participar en acciones serias clandestinas. Los grupos clandestinos deben realizar una "revisión de antecedentes emocionales" a los reclutas potenciales. Antecedentes como el abuso de sustancias, violencia personal o relacional deben descalificar al recluta. Primero y ante todo, necesitamos un movimiento conformado por personas con un carácter que no dé cabida a personas abusivas. Segundo, las actitudes que forman a un abusivo están en el nivel más básico de legitimación. Un recluta con esa estructura de personalidad con mucha certeza causará problemas cuando los agentes en acción necesiten sacrificio, disciplina y fiabilidad. Los hombres que actúan con legitimación son capaces de justificar casi cualquier acto. Si se sienten cómodos haciendo atrocidades contra compañeros y familiares, será demasiado fácil que se comporten perjudicialmente cuando estén armados o en una posición de poder, violando, torturando o robando. Necesitamos que nuestros combatientes sean de un carácter impecable para proteger nuestra imagen pública, para la eficacia de nuestras células clandestinas y para la nueva sociedad que estamos tratando de construir. "Nuestra guerra no trata de hurto, ni para satisfacer nuestra pasión, es una lucha por la libertad", así habló Nat Turner a sus reclutas, quienes no cometieron ninguna atrocidad y sólo robaron los suministros que necesitaban.

Sólo las personas que desagradan del uso de la violencia deben ser capaces de usarla. Otorgar tal poder a psicópatas o reafirmar la masculinidad dominante del patriarcado global son errores que debemos evitar.

Una pregunta muy sencilla que debemos plantear tanto colectiva como individualmente al considerar acciones serias como la destrucción de propiedad sería: ¿es esta acción tácticamente ventajosa? ¿Representa un avance para nuestro objetivo de salvar al planeta? ¿O sencillamente es una respuesta a nuestras necesidades emocionales de hacer algo y sentir algo? He participado en demostraciones donde jóvenes estrellaban los vidrios de las tiendas de abarrotes locales e incendiaban coches al azar en el vecindario. En esencia estas son manifestaciones de violencia como auto-expresión la cual atiende las necesidades de una persona legitimada. Tales actos desordenados de destrucción contra personas que no representan un enemigo no tienen lugar en nuestra estrategia o en nuestra cultura. Es el trabajo de los hombres educar a otros hombres sobre nuestro rechazo colectivo de la violencia masculinista.