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A través de la historia, donde sea que haya opresión, habrá resistencia: deja que esa sea nuestra primer gota para acabar con la sequía. Debemos aprender de aquellos quienes han venido antes de nosotros para que podamos decidir dónde necesitamos construir y qué necesitamos abandonar. Los movimientos exitosos siguen patrones generales y resulta ser que un fuerte elemento de su éxito es la cultura de resistencia que rodea a las personas. Las culturas de resistencia movilizan a las culturas actuales de supervivencia, construyendo redes de apoyo a la comunidad e intercambio material, la resiliencia que los oprimidos deben desarrollar bajo las indignaciones de la injusticia y los manantiales espirituales que con frecuencia ocupan el centro de las culturas de supervivencia. Si venimos de dicha cultura, nostros podemos traer las habilidades necesarias y experiencias en las cuales basarnos para modelar un cultura verde profundo de resistencia. A la fecha la mayoría de los movimientos ambientalistas radicales son blancos y globalmente privilegiados, lo cual significa que la normatividad cultural que traen será en gran medida decadente. Pero reconocer esa decadencia es el primer paso hacia la construcción de algo mejor, algo que este movimiento necesita desesperadamente para ganar.

Para lograr una transición cultural exitosa de la supervivencia hacia la resistencia se requiere de dos procesos relacionados. Uno es la adopción activa, colectiva y política de las confrontaciones directas con el poder. La otra es la ruptura psicológica de identificación con el opresor. Malcolm X fue el elocuente clarificador de esta experiencia para los americanos negros; Dee Graham y su teoría de Síndrome Social de Estocolmo describe un proceso similar para la estructuración de la identificación de personas masculinas en la psicología de la mujer.111 Esta remodelación emocional a menudo delimita una generación de la siguiente, y puede ser una fuente de dolor y conflicto. Cuando uno sobrevive bajando la mirada y callando la boca, cuando las consecuencias de hablar en voz alta y contraatacar han sido graves, en el mejor de los casos uno se siente nervioso cuando tus compañeros empiezan a rehusarse a someterse. Pero esa negación es la base de la resistencia y debe suceder.

A través de los años 60, la izquierda se dividió entre la contracultura del hedonismo, drogas y "apoliticismo místico"112 y por otro lado, una cultura de protesta que tenía un análisis crítico pero que fracasaba por una falta de estrategia a largo plazo. Ambos lados de la división eran predecibles dada su génesis en una cultura juvenil. Que la corriente hippie haya dado paso a la New Age no es ninguna sorpresa, dado el linaje de los Wandervogel y los de Asconia es directo. Pero la cultura de protesta también fue una cultura juvenil que creaba "delirios de grandeza revolucionaria" y "frustración y desilusión subsecuentes".113 No hubo ningún plan a largo plazo porque los accionistas todavía no tenían cerebros que pudieran pensar a largo plazo; mientras que el rechazo a la autoridad y a todo aquel que superara los treinta años significaba que no permitían que nadie los guiara. Abandonados a sus propios recursos juveniles, el milenarismo secular se estableció y las llamadas pobremente articuladas, aunque fueran experimentadas con intensidad, hacia la militancia quedaron en el punto muerto del movimiento anti-guerra y la izquierda en general. Aquellos de nosotros que intentamos proponer una resistencia militante reflexiva y estratégica, por ejemplo, la focalización de la infraestructura industrial, siempre argumentamos con el legado de los Weather Underground y las Panteras Negras. La estrategia DGR no es una de acción militante para introducir el caos social generalizado y la revuelta, ni es un llamado de acción para sentirse mejor con uno mismo, ni es una militancia para acoger a la masculinidad. En su lugar, la estrategia DGR es el reconocimiento de los riesgos que enfrentamos (la pérdida del planeta); una evaluación honesta del potencial para un movimiento de las masas (ninguno); y el reconocimiento que la civilización industrial tiene una infraestructura que está, en efecto, llena de vulnerabilidades. Si alguno quiere diferir con su opinión en cualquiera de estas tres premisas, adelante. Pero denos el respeto para diferenciarnos de otros movimientos cuyos objetivos estratégicos hemos rechazado claramente.

Sin una estrategia a largo plazo, y seamos claros, una cultura justa y sostenible tomará generaciones en lograrse, los individuos descontentos recurrirán a una combinación de milenarismo y pureza personal, los cuales son un callejón sin salida. En su libro From Slogans to Mantras (De los Eslogans a los Mantras) Stephen A. Kent rastrea como los radicales de los años 60 adoptaron ambos. Escribe, "La revolución surgiría, pero su llegada sería anunciada por la transformación personal de individuos purificados y su apariencia sería (obligadamente) un evento orquestado por la divinidad (dado que la experiencia amarga les habría enseñado que no podría ser una ocurrencia orquestada socialmente)"114.

Una experiencia amarga de quizás cinco o diez años.

Una cultura de resistencia debe modelarse con el idealismo y valentía que la juventud típicamente trae junto con el conocimiento, experiencia y pensamiento a largo plazo de la madurez. También debe creer en la resistencia si es que la va a planear; más allá de ello, debe entender y adoptar sus otras funciones como un crisol de la resistencia. Para poder generar activistas que duren más allá de su juventud, una cultura de resistencia debe proveer un rango de apoyo emocional y material o las personas se rendirán y retirarán a cualquier consuelo que puedan encontrar.

Central a ese apoyo es el marco de referencia que provee significado. Los humanos somos seres que se basan en narrativas; construimos narrativas y luego vivimos dentro de ellas. No es un accidente que la lucha por la independencia irlandesa se haya levantado del Renacimiento Gaélico o que el movimiento por los derechos civiles haya seguido al Renacimiento de Harlem. Las personas necesitan historias; las personas que se resisten necesitan historias de resistencia. Pero ahora mismo, los llamados para cambiar la cultura son dispuestos en oposición a la resistencia. "El cambio político no logra nada; es la cultura subyacente la que necesita cambiar" es su aseveración. Pero ambas son necesarias, la una para la otra. Sin una cultura de resistencia, los accionistas se rendirán extenuados, lo cual no será debido a un fracaso personal pero uno colectivo. De igual forma, sin la resistencia en el núcleo, las culturas permanecen varadas en posiciones de mera (si hercúlea) supervivencia o son relegadas a la irrelevancia. Una estrategia de DGR es reconocer la relación esencial y simbiótica entre la cultura de resistencia y los accionistas comprometidos en la resistencia. Los autores de este libro no están rechazando a unas personas por otras, ya que no pueden existir unas sin las otras.

La tarea de una cultura de resistencia incluye la aplicación y compromiso del cumplimiento de las normas de justicia, equidad, compromiso y solidaridad; motivando a una vibrante discusión política y debate; generando productos culturales como poemas, canciones y arte que crean una matriz mítica organizada alrededor del tema de la resistencia; y la construcción del carácter individual basado en el valor, resiliencia y lealtad.

Los proyectos materiales específicos engloban todo desde el apoyo a prisioneros a escuelas alternativas a la creación de instituciones capaces de guiar sociedades civiles conforme el viejo sistema colapsa. A lo largo del camino, desde las relaciones personales a los grupos pequeños hasta nuestras instituciones mayores, una cultura de resistencia tiene te personificar a la justicia y rechazar firmemente la dominación. Esto significa que las personas blancas deben reconocer su privilegio blanco, aliarse con las personas de color y comprometerse al desmantelamiento del racismo. Significa que las personas de las culturas colonizadoras tienen que reconocer que las Américas son territorio robado y que ellos forman parte de un genocidio que persiste hasta hoy en día; un genocidio que debemos detener. Significa que los hombres deben detener las atrocidades sexuales contra las mujeres y niñas, atrocidades que permanecen cotidianas tanto en izquierda como el la derecha, y que significa que las mujeres deben unirse en solidaridad la una con la otra. Significa que los hombres deben aliarse con las mujeres y oponerse a aquellos que las abusarían.

Estamos enfrentando un sistema que no sólo es injusto, pero que está demente. Una cultura de resistencia debe enfrentar colectivamente los sustratos del horror integrados en la historia; los actos diarios de sadismo sexual que conforman la esclavitud, conquista y violación; el conocimiento que estos actos no son errores o confusiones trágicas de niños. Los perdone uno o no: ellos saben lo que hacen. Una cultura de resistencia cree en la resistencia porque no hay una cantidad de amor o compasión o educación honesta, no hay ningún ejemplo brillante de sostenibilidad comunal o auto-respeto individual que jamás haya detenido a los poderosos. Continente por continente, las culturas sostenibles y egalitarias han sido eliminadas del mapa, sólo quedan sus vestigios en la historia como un obstáculo para la obtención de riquezas; y los individuos que en su liderazgo los hayan guiado con su valentía, respeto propio, y carácter inquebrantable, tomaron su lugar en el extremo colgante de la soga o yacen debajo de los pesados cuerpos de los odiosos. "El poder no concede nada si no es exigido. Nunca lo ha hecho, nunca lo hará" escribió Frederick Douglass con la pesada elocuencia de aquellos que lo saben por experiencia personal.

Una cultura de resistencia es la mitosis de aquellas exigencias, donde los hilos gemelos del dolor y la valentía son encendidos por la vida. Conforme cada célula lleva el mensaje la vida quiere vivir, por igual una cultura de resistencia está determinada por ese milagro. Por disminuidas que estén las probabilidades de éxito, la vida vivirá y las personas lucharán.

Las probabilidades de éxito son más escasas ahora que nunca, una sombra que se expande con la desaparición de especies y el aumento del carbono en la atmósfera. Pero hay guerreros que todavía podrían tirar sus propios cuerpos entre nuestro último futuro y sus destructores, si tan sólo tienen una estrategia viable y apoyo visible. Así que la pregunta es: ¿el resto de nosotros los ayudaremos? ¿Los apoyaremos, hablaremos en su defensa, los refugiaremos del peligro, entonaremos canciones con sus historias, criaremos a nuestro hijos para tomar su lugar, prepararemos el camino para su victoria, los defenderemos como nuestros más valientes e inteligentes aliados?

Otras 200 especies se han extinguido el día de hoy. Toma tu decisión.