Saltar al contenido
Índice
Descargar el ebook de DGR Descargar
Comprar el libro DGR Comprar
Aprenda Más
Involúcrate
Conectarse con DGR

Ataque Total a la Infraestructura

En este escenario final, la resistencia militante tendría un objetivo primario: reducir el consumo de combustibles fósiles (y así reducir todo el daño ecológico) de inmediato, tan rápido como sea posible. Una reducción del 90 por ciento sería el objetivo primordial. Para los militantes de este escenario, el impacto sobre los humanos en la civilización sería secundario.

Las razones en resumen son: los humanos no van a hacer nada a tiempo para prevenir que el planeta sea destruido en su totalidad. Las personas pobres están demasiado preocupadas por sus necesidades primarias, los ricos se benefician del status quo, y la clase media (ricos para los estándares globales) están demasiado obsesionados con su legitimación y el espectáculo tecnológico como para actuar. El riesgo de un desbocamiento del calentamiento global es inmediato. Es inevitable el descenso de la población humana, y menos personas morirán por efecto del colapso mientras éste suceda lo más pronto.

Piense de la siguiente manera. Sabemos que estamos en sobregiro poblacional como especie. Lo que significa que una porción de las personas que actualmente viven tendrán que morir antes de que estemos de regreso a la capacidad de carga del planeta. Y esta disparidad va en aumento cada día. Cada día la capacidad de carga disminuye por cientos de miles de humanos, y cada día la población humana aumenta por mas de 200,000 personas.[15] Las personas que cada día se agregan al sobregiro representan muertes penosas e innecesarias. Se puede argumentar que retrasar el colapso es una forma de asesinato masivo.

Así mismo, argumentarían que los humanos sólo son una especie entre millones. Matar a millones de especies para el beneficio de una sola es demencial, así como matar a millones de personas para el beneficio de una sola persona es completamente insensato. Y debido a que un colapso ecológico sin intervención terminaría asesinando a muchos humanos de cualquier manera, aquellas especies habrán muerto sin razón y el planeta tardará millones de años en recuperarse. Por lo tanto, aquellos de nosotros que nos preocupamos por el futuro del planeta debemos desmantelar la infraestructura energética industrial lo más rápido posible. Tendremos que lidiar con las consecuencias sociales de la mejor forma posible. Además, el colapso rápido es última instancia algo positivo para los humanos, incluso cuando haya una gran mortalidad parcial, porque al menos algunas personas sobrevivirán. Y recuerda, las personas que más necesitan que este sistema caiga son los pobres de las comunidades rurales que conforman la gran mayoría del mundo: mientras más rápido las personas que tomen acciones directas derroquen a la civilización industrial, habrá mejores prospectos para aquellas personas y sus terrenos de sustento. De todas formas, sin ninguna acción inmediata, todos morirán.

En este escenario, un grupo bien organizado de militantes clandestinos llevarían a cabo ataques coordinados a la infraestructura energética alrededor del mundo. Éstos tomarán cualquier táctica que los militantes puedan emplear, acciones contra oleoductos, líneas de transmisión eléctrica, barcos petroleros y refinerías, tal vez empleando pulsos electromagnéticos (ElectroMagnetic Pulses-EMPs) para provocar daños. A diferencia del escenario previo, no se haría ningún esfuerzo por estar a la par con los movimientos expuestos. Los ataques serían perpetuados de acuerdo a la capacidad de los ejecutantes. La disponibilidad de energía de combustibles fósiles bajaría a un 90 por ciento. Las emisiones de gases de efecto de invernadero caerían en picada.

La economía industrial se vendría abajo. La manufactura y los transportes se detendrían por los apagones frecuentes y los precios extraordinariamente altos de los combustibles fósiles. Algunos (quizás todos) gobiernos instaurarían la ley marcial y la racionalización de alimentos y comodidades. Los gobiernos que opten por actuar de manera autoritaria serán particularmente los obetivos definidos por la resistencia militante. Otros estados simplemente fracasarán y se desintegrarán.

En teoría, con la reducción del 90 por ciento de la disponibilidad de combustibles fósiles, quedaría suficiente energía para suministrar actividades básicas de supervivencia como el cultivo de comida, calefacción y cocción de alimentos. Los gobiernos y las instituciones civiles podrían intentar un cambio rápido hacia actividades de subsistencia para sus poblaciones, pero en lugar, los militares y los más ricos intentarán consumir virtualmente todos los suministros de la energía restantes. En algunos lugares, tendrán éxito en lograrlo y el hambre se expandirá como resultado. En otros casos, la población se rehusará a obedecer la autoridad de aquellos en el poder. La mayoría de las instituciones a gran escala simplemente colapsarán y dependerá de los grupos locales decidir cómo implementar derechos humanos y una manera de vivir mejor o entregarse al poder autoritario. La tasa de defunción aumentaría, pero como se ha visto en ejemplos como en Cuba y Rusia, el orden cívico puede sostenerse a pesar de las dificultades.

Lo que suceda a continuación dependerá de un gran número de factores. Si los ataques persisten y la extracción petrolera se mantuviera al mínimo por un periodo prolongado, la civilización industrial será incapaz de reorganizarse a sí misma. Permanecerían los enclaves bien protegidos, los cuales escoltarían con armas los suministros de combustibles y recursos. Si la ley marcial fuera exitosa para detener lo ataques después de las primeras oleadas (algo que, por ejemplo, ha sido incapaz de lograr en Nigeria), los efectos serían difíciles de determinar. En Siglo XX, las sociedades industriales se han recuperado de desastres como lo hizo Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Pero este sería una situación diferente. Para la mayoría de las áreas, jamás llegaría la ayuda extranjera. Las poblaciones no serían capaces de satisfacer las necesidades del exceso de población que actualmente está enmascarado por los combustibles fósiles. Eso no significa que los efectos serían iguales en todos lados; las poblaciones rurales y tradicionales estarían en mejores condiciones para lidiar con la situación.

En la mayoría de las áreas, reorganizar una civilización industrial intensiva sería imposible. Aun donde las organizaciones políticas persistan, el consumo descenderá. Aquellos en el poder no podrán ejercer su autoridad a largas distancias y tendrán que limitar sus actividades a las áreas cercanas. Esto significa, por ejemplo, que las plantaciones de biocombustibles no serían factibles. Lo mismo aplica para las arenas bituminosas y la extracción de carbón de la cima de las montañas. La construcción de infraestructura de gran escala simplemente no sería posible.

Aunque la población humana disminuya, el panorama mejorará para, virtualmente, todas las otras especies. Los océanos comenzarían a recuperarse rápidamente. Lo mismo aplica para las áreas naturales dañadas. Como las emisiones de gases de efecto de invernadero se verían reducidas a una pequeña fracción de los niveles previos, el desbocamiento del calentamiento global podría ser evitado. En realidad, el regreso de bosques y pastizales aumentarían la captura de carbón, ayudando a mantener un clima habitable.

La guerra nuclear sería improbable. Las poblaciones reducidas y las actividades industriales disminuirían la competencia en las etapas restantes. Las limitaciones de recursos serían problemas esencialmente logísticos, por lo que las guerras por recursos en escalada carecerían de sentido.

Este escenario también tiene sus reservas en cuanto a implementación y plausibilidad. Garantiza un futuro para ambos, el planeta y la especie humana. Este escenario salvaría a trillones de trillones de trillones de criaturas vivientes. Sí, crearía dificultades para los urbanos ricos y los pobres, aunque la mayoría de los demás estarán mejor casi inmediatamente. Seria una subestimación llamar a ese concepto impopular (aunque los militantes en este escenario argumentarán que menos personas morirán que en el caso del desbocamiento del calentamiento global o continuando el escenario normal).

También está la cuestión de la plausibilidad. ¿Acaso una cantidad suficiente de militantes motivados por la salvaguarda ecológica podría ser movilizada para representar este escenario? Sin duda para la mayoría de las personas el segundo escenario es mucho más atractivo y mas probable.

Por supuesto que existe una infinidad de futuros posibles que se podrían describir. Describiremos otro futuro posible, una combinación de los dos últimos escenarios, en el que un movimiento de resistencia emprende una estrategia de Combate Ecológico Decisivo (DEW por sus siglas en inglés, Decisive Ecological Warfare).