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La cultura alternativa de los años 60 ofreció una revuelta generalizada contra la estructura, responsabilidad y moral. Siendo una cultura juvenil, y habiendo surgido de los bohemios y los beatnicks, esto resultaba predecible. Pero un rechazo de toda la estructura y responsabilidad termina en última instancia en individuos atomizados, motivados únicamente por intereses egoístas, lo cual termina siendo exactamente como el Hombre Económico de la fábula capitalista. Y un concepto aplanado del rechazo del concepto de moralidad termina en la provincia de los sociópatas. Este no es un plan con futuro.

Considera la atracción hacia la cultura alternativa de la izquierda. Ahora agrega la fealdad y el autoritarismo de los "valores familiares" de la derecha. No es de sorprenderse que la izquierda haya cedido toda su moralidad. Pero es un error. Tenemos valores también. La guerra es un cuestión moral. La pobreza es una cuestión moral. Doscientas especies llevadas a la extinción cada día es una cuestión moral. Debajo cada instancia de injusticia hay una violación de lo que sabemos es correcto. Los permisos personales sin restricción, bajo un contexto que abandona la moral para celebrar la atrocidad, no inspirará un movimiento por la justicia, ni construirá una cultura en la que valga la pena vivir. Concederá a los poderosos más derechos, por ejemplo, los ricos se volverán más ricos, y los pobres no existirán ni como concepto, excepto como recurso. "Si se siente bien, hazlo" no cabe ni en la mente adolescente; esa sería la moralidad de un infante. Para el individuo legitimado, cual sea que sea su versión (Homo economicus, Homo bohemicus, o Homo sadeus) el placer está reducido a emociones baratas, mientras que los gozos humanos más profundos como la intimidad, sentido de pertenencia, participación en la comunidad y cosmos, son imposibles. Esto se debe a que esos gozos dependen del entendimiento que necesitamos a otras personas y a otros seres, en última instancia un entramado de la existencia, a los que todos les debemos nuestro respeto y protección. A cambio obtenemos recompensas, recompensas que se acumulan en una profunda satisfacción: desde el gozo del bienestar comunal al éxtasis animal del sexo hasta el honor de participar en este misterio.

Actualmente, la derecha culpa a la destrucción de la familia y la comunidad a los pies del liberalismo. El culpable real, por supuesto, es el capitalismo, en especial el corporativo y las versiones de los medios masivos. Pero, mientras que la izquierda se rehuse a luchar por nuestros valores como valores, y a personificar esos valores dentro de nuestras vidas y movimientos, la derecha estará parcialmente correcta. También tendrán potencial de reclutamiento que estamos desperdiciando: las personas saben que la vida cívica y las normas sociales básicas han degenerado.

Es un triunfo para el capitalismo que la derecha esté ganando la guerra cultural americana al adjudicar esta decadencia de la familia y comunidad a la izquierda. Pero la derecha está dispuesta a tomar una postura moral, aunque el hombre detrás de la cortina no es Sodoma ni Gomorra, es el capitalismo corporativo. Mientras tanto la izquierda puede identificar el capitalismo como el problema, pero por lo general rehúsa tomar una postura moral.

Los Estados Unidos está dominado por la disposición corporativa. Los demócratas y republicanos son las dos alas del partido capitalista. Ninguno va a criticar a su maestro. Depende de nosotros, las personas que consideran los derechos humanos y nuestro planeta vivo por sobre todo lo demás, hablar la verdad. Debemos superar el individualismo y vivir bajo el conocimiento que somos las únicas personas quienes van a defender lo que es bueno en las posibilidades humanas contra la superposición destructiva del poder capitalista, patriarcado e industrialización.

Podemos empezar por seleccionar los pedazos de comunidad y vida civil en los EU. Las personas en la generación de mis papás hacen bien al lamentar la pérdida de la confianza y participación en la comunidad que alguna vez experimentaron. Y como Robert Putman dejó claro en su libro Bowling Alone (Sólo en el Boliche), la confianza social está ligada a tanto la participación civil como política de manera que son mutuamente reforzantes –o mutuamente reductivas. Mi madre y sus amigas tienen las direcciones de los hombres en el congreso a nivel estatal y federal memorizadas. Siendo veinte años más jóven, al menos conozco sus nombres. ¿Que hay de la generación actual de estudiantes universitarios? Expresan una preocupación honesta por el funcionamiento del gobierno: "El presidente le dice al congreso que hacer y el congreso le dice a la suprema corte qué hacer". En dos generaciones se han perdido todos los avances desde la Carta Magna.

Nos volvemos más estúpidos, más crueles y más deprimidos cada minuto. Oliver James denomina a los valores de los medios corporativos "afluenza", marcando su parecido a un virus que se disemina a través de las sociedades. Señala que el aumento de la ansiedad, depresión y adicción está en proporción directa a la iniquidad en el país. Los valores requeridos para institucionalizar la iniquidad son valores que son destructivos a la felicidad humana y la comunidad humana. La injusticia requiere de la reducción de las personas –incluyéndonos a nosotros mismos– al estado de "comodidades manipulables".74 James escribe, "La intimidad es destruída si uno observa a la otra persona como un objeto para ser manipulado para satisfacer tus propios fines, ya sea en el trabajo o recreación... Esto te deja sintiéndote solitario y deseando contacto emocional, te deja vulnerable a la depresión".75

¿Cómo pasó esto? ¿En qué momento a las personas les dejó de importar? Una introspección de Antonio Gramsci, teórico de marxismo cultural, es que para que la opresión funcione sin problemas, la ideología debe ser transferida de los opresores a los oprimidos. No pueden vigilarnos las veinticuatro horas del día con pistolas. Esta transferencia debe ser consensual y adoptada activamente para trabajar a una escala social. Si la clase dominante puede hacer la ideología placentera, cuanto mejor. Nada pudo haber hecho mejor el trabajo que la las tecnologías de inducción pasiva, adictiva y aislante de la televisión y luego la Internet.

Las corporaciones han logrado la coersión de un porcentaje enorme de la población para que abandonen los valores y comportamientos que hacen felices a las personas –actuar contra los intereses propios al instaurar en nosotros una nueva narrativa y un conjunto de comportamientos compulsivos. No cabe duda que la televisión y otros medios masivos de comunicación son adictivos, llevan a la "habituación, desensibilización, saciedad y un nivel creciente de excitación ... requeridos para mantener la satisfacción".76 Claramente, existe un intenso placer de corto plazo capturando a las personas, por que las pérdidas a largo plazo son tremendas. Literalmente miles de estudios han documentado el daño de la televisión sobre los niños; en efecto, una coalición de grupos profesionales incluyendo la Asociación Médica Americana y la Academia Americana de Pediatría, sacaron un reporte conjunto en el año dos mil declarando que la violencia mediática era un problema de salud pública en los niño, con efectos que son "medibles y de larga duración".77 La Academia Americana de Pediatría reportó, "La evidencia de investigaciones extensas indican que la violencia mediática puede contribuir al comportamiento agresivo, desensibilización a la violencia, pesadillas y miedo a ser lastimado".78 Los estudios más escalofriantes vinculan la televisión con la depresión adolescente, desórdenes alimenticios y suicidio. Si la destrucción de la juventud no es suficiente para lograr que contraataquemos, ¿que sí lo será? Como cultura, estamos entregando activamente a la juventud para que sean socializados por la américa corporativa con un conjunto de valores que esencialmente carecen de moralidad. El niño promedio gastará 2,000 horas con sus padres y 40,000 horas con los medios de comunicación masivos. ¿Para qué molestarse en tener hijos?

Si la cultura es un conjunto de historias que nos decimos de manera colectiva, las historias han sido reducidas a meras ganancias, ofrecidas en un flash tentador y adictivo que previene el contacto con uno mismo y con nuestras almas. Maggie Jackson escribe, "la manera en que vivimos está erocionando nuestra capacidad para poner una atención profunda, sostenida y perceptiva –los bloques básicos para intimidad, sabiduría y progreso cultural".79 Para la juventud, esas barricadas pueden ser permanentes. Los niños necesitan experimentar la formación de lazos, o terminarán con desórdenes de la personalidad, viviendo como narcisistas, con trastorno límite de la personalidad y sociópatas. Deben aprender valores básicos como la compasión, generosidad y deber como miembros funcionales de la sociedad. Deben tener cerebros que puedan aprender, contemplar y cuestionar para tener tanto una rica vida interior como tener algo que ofrecer como participantes de una democracia. Para el niño en desarrollo, la formación de lazos, los valores y las expectativas crean patrones neurológicos que durarán toda una vida. Su ausencia deja vacíos que nunca podrán ser llenados. El cerebro recibe sólo una oportunidad para construirse, sólo una.

El trabajo de un padre es socializar a la juventud. Hasta hace poco, los padres e hijos estaban anidados dentro un sistema social mayor con los mismos valores básicos enseñados en el hogar. Ahora se les dice a los padre que "protejan" a sus niños de la cultura en su totalidad –una tarea que no puede realizarse. La sociedad es donde todos vivimos, a menos que uno quisiera mudarse a la Antártica. Aunque lograras mantener los peores excesos del consumismo, violencia y elementos de misoginia afuera del entorno inmediato de tu hijo, el niño va a dejar la casa. Si la cultura es tan tóxica que no podemos confiarle nuestros hijos, necesitamos cambiar la cultura.

Los valores enseñados por los medios masivos de comunicación fomentan lo peor en los seres humanos. Si las personas son objetos ni la intimidad ni la comunidad son posibles. Si sólo somos la imagen, siempre tendremos que estar en exhibición. La invisibilidad social es un tipo de muerte para las criaturas sociales. Compramos más y más, ya sean automóviles de estatus elevado o jeans de carte bajo, para que podamos tener una mejor oportunidad de ser notados como "sujeto del día". Las personas rodeadas por una cultura masiva de imágenes experimenta a sí misma y al mundo como despersonalizados, distantes y fracturados. Este es el perfil psicológico del desorden de estrés prost-traumático. Agrega a eso la cosificación sexual y la degradación de esas imágenes y tendrás niñas que presentan síntomas de Desorden de Estrés Post-Traumático sin historial de abuso.80 La cultura misma se ha vuelto la perpetuadora.

Sí, podemos intentar inocularnos a nosotros mismos y a nuestros hijos contra los medios masivos de comunicación de sus mensajes y procesos. ¿Pero por qué alguien debería estar protegido de la cultura en la que vive? ¿Y de qué sirven todas las conversaciones a corazón abierto y cuentos de empoderamiento feministas cuando tu hija está rodeada no por las Gaia Girls (Niñas Gaia), but Girls Gone Wild (Niñas Salvajes Enloquecidas)?

Como Pat Murphy ha escrito valientemente:

Sugerir que los medios son en general dañinos y que deberían ser eliminados (o una reducción dramática en el tiempo en que se les invierte) al principio suena absurdo. Pero no es más absurdo que sugerir que la era del petróleo y combustibles fósiles ha terminado. El control mediático, energético y corporativo han evolucionado juntos. Necesitamos conceptos diferentes y visiones nuevas del mundo para transitar de los combustibles fósiles y de la infraestructura de las corporaciones (incluyendo a aquellos en los medios)81.

De nuevo, la derecha no tiene el monopolio de los valores. Podemos rechazar el autoritarismo, conformidad, jerarquía social, anti-intelectualismo y fundamentalismo religioso. Podemos defender la equidad, justicia, compasión, compromiso intelectual, responsabilidad cívica e incluso el amor de la jihad corporativa. Debemos hacerlo.