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Estos criterios de selección van en las dos direcciones. Nuestros propios movimientos de resistencia son objetivos para aquellos en el poder y resulta importante entender que nuestras organizaciones son blancos potenciales. A menudo los líderes son atacadas por ser un elemento crucial para la organización. Los líderes clandestinos son menos accesibles, pero potencialmente más vulnerables si se les puede aislar de su base de apoyo. Y los grupos expuestos a menudo tienen una mejor recuperación porque tienen una mayor cantidad de prospectos de la que pueden sacar más reclutas y menos requerimientos de entrenamiento; recuerda las oleadas tras oleadas de activistas de derechos civiles dispuestos a ser arrestados en Birmingham, Alabama.

Cualquiera que una su destino con un movimiento de resistencia debe estar preparado para las represalias. Esas represalias llegarán ya sea que las personas que llevan a cabo las acciones estén el movimiento expuesto o clandestino, optando por la violencia o la no violencia. Muchos activistas, especialmente aquellos con orígenes privilegiados, ingenuamente asumen que luchar con justicia de alguna manera generará que aquellos en el poder actúen de igual forma. Nada podría estar más alejado de la verdad. El momento en que cualquier estructura de poder se sienta amenazada, tomará represalias. Torturará budistas y monjas, empleará mangueras contra incendios contra niños estudiantes y matará civiles inocentes. Una lectura breve de la página de Amnistía Internacional te dará a conocer una lista de manifestantes no violentos alrededor del globo que actualmente están detenidos y son torturados o que han desaparecido por acciones sencillas como la escritura de cartas o por participar en demostraciones pacíficas.

Esta es una realidad que las personas privilegiadas deben aceptar o de otra manera cualquier movimiento queda en riesgo de romperse cuando el poder desciende sobre las personas que llevan a cabo las acciones. Esas represalias no son la culpa de nadie; deben estar entre las expectativas. Cualquier movimiento de resistencia serio debe estar preparado intelectual y emocionalmente para cualquier respuesta por parte de las estructuras de poder dominantes. Las personas son arrestadas, detenidas y asesinadas (a menudo en grandes números) cuando el poder contraataca. Aquellas personas que representen un desafío al poder enfrentarán las consecuencias, algunas de las cuales serán inhumanamente crueles. Mientras más rápido lo entiendan todos, estarán mejor preparados para manejarlo.

Ahora, habiendo discutido lo que conforma una buena estrategia, la manera en que los grupos de resistencia se organizan efectivamente y el tipo de cultura que los grupos de resistencia necesitan para recibir apoyo, es momento de tomar un respiro profundo. Un respiro realmente profundo.

Esta cultura está matando al planeta. Sistemáticamente destruye las culturas indígenas sustentables. El calentamiento global desbocado (junto con otros efectos tóxicos de esta cultura) podría provocar miles de millones de muertes humanas, y con ellas el asesinato de los océanos e incluso más, la destrucción efectiva de la capacidad de este planeta para sostener la vida.

La pregunta es, ¿qué se puede hacer?