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El movimiento ambientalista radical está constituido en su mayoría por personas blancas y está bien asimilado en la falsa comunidad controlada por las corporaciones, dominada por los medios masivos y bajo la cultura contemporánea producida industrialmente de los Estados Unidos y sus colonias. La comunidad ha sido destruida al punto donde no sabemos los nombres de las personas que viven a 20 metros de nosotros y la comunicación ha sido reducida a los caracteres de unas consonantes. Aquellos de nosotros de ese mundo ni siquiera estamos empezando de cero; estamos empezando en números rojos. Con suerte podemos aprender del ejemplo de nuestras camaradas que vienen de comunidades un poco más intactas, de los mayores que recuerdan un modo de vida organizado alrededor de las necesidades humanas en lugar de las ganancias corporativas y de la historia. La necesidad nos va a reinventar. O como el famoso texto de Monique Wittig dice, "Recuerda. Haz un esfuerzo por recordar. Si eso fracasa, inventa"108.

Quizás debemos creer en el hecho de que la resistencia siempre debe ser creada. Cada momento debe enfrentar la tarea de nutrir la voluntad de luchar en la mayoría de las personas y en especial en los reclutas potenciales. Las personas necesitan una matriz mítica que incluya una narrativa de valor ante la cara del poder, lealtad a los camaradas, lealtad a la causa y el eventual triunfo del bien sobre el mal. Necesitan el apoyo emocional para una comunidad funcional que crea en la resistencia. Y necesitan una atmósfera intelectual que fomente el análisis, la discusión y el desarrollo de la conciencia política.

Un ejemplo de la historia es la vida y logros de Maud Gonne. Nacida en 1865 en el seno de una familia anglo-irlandesa, adoptó la lucha irlandesa por la independencia desde muy temprano en su vida. Su primer activismo fue con la Liga Irlandesa de la Tierra Nacional, un grupo que protestó en nombre de los arrendatarios agrícolas. Dichos granjeros no poseían la tierra que trabajaban, y en los años en que la cosecha era pobre eran desalojados por no pagar la renta. La tenencia de tierras había quedado consolidada en pocas manos, causando la diseminación de la pobreza y sufrimiento y finalmente, la resistencia. Las huelgas por la renta organizadas llevaron a lo que ahora se conoce como la Guerra de la Tierra.

La campaña que buscaba reducir las rentas y permitir a los arrendatarios la compra de terreno fue, en última instancia, exitosa y fue ganada en su mayoría usando tácticas no-violentas. Para 1914, las participaciones de los grandes terratenientes habían sido redistribuidas a los granjeros de pequeña escala. Muchos de estos activistas fueron a luchar por la Independencia Irlandesa. Este fue el contexto donde Gonne aprendió sobre activismo político. Fue extremadamente activa a través de las actividades culturales irlandesas. El periodo de los finales del siglo XIX fue un renacimiento cultural llamado el Renacer Gaélico. Organizaciones como la Liga Gaélica y la Asociación Atlética Gaélica (GAA por sus siglas en inglés) se alzó para promover los deportes irlandeses, literatura y en especial, el lenguaje gaélico. Creada en 1982, la Sociedad Literaria Nacional fue fundada por Douglas Hyde y William Butler Yeats para el propósito de "des-anglosajonar al pueblo irlandés". Las actividades culturales siempre fueron contextualizadas dentro de un marco de trabajo de ocupación, ayudando a establecer las bases tanto emocionales como políticas para la resistencia. En la primera década del siglo XX, miembros de la Hermandad Republicana Irlandesa se levantaron aumentando su visibilidad en la Liga Gaélica de Sinn Fein. Un historiador escribió, "El movimiento nacionalista de principios del siglo XX nació del Renacimiento Gaélico de finales del siglo XIX”109.

Gonne jugó un papel prominente en el Renacimiento. Creó la Inghidhe na hÉireann (Hermanas de Irlanda) para que mujeres y niñas celebraran la lengua, drama y literatura irlandesas. También fue miembro activo de la Sociedad Literal Celta y del Movimiento Nacional de Actores. Fundó la L’Irlande Libre, un diario dedicado a la lucha irlandesa. También encontró el tiempo para ilustrar libros del folclor celta.

Pero para Gonne, ni el movimiento en su totalidad ni el trabajo cultural eran un fin en sí mismos. Su esposo, John MacBride, tomó parte en el Alzamiento de Pascua y fue ejecutado por ello. Gonne pasó tiempo en la Prisión de Holloway y tras su liberación, trabajó sin cansancio por los prisioneros políticos. Algunos de estos hombres habían estado en la cárcel por diez años sin una sola visita de nadie. Gonne fue arrestada otra vez por contrabandear suministros a la Prisión de Mountjoy. Declaró una huelga de hambre durante treinta y un días, por la que casi murió, pero ella y otros huelguistas ganaron unos derechos básicos para los prisioneros. Cuando se organizó el Tribunal Republicano de Justicia para sustituir a los tribunales británicos, Gonne fue elegida y fungió como juez. También ayudó con la Cruz Blanca Irlandesa, proveyendo alivio material a las familias después de la Guerra de Independencia. Fue apodada la Juana de Arco irlandesa, y no cuesta trabajo entender el por qué.

La lucha irlandesa no fijó ni su cultura ni su resistencia contra ellos mismos. En su lugar, los irlandeses entendieron que todos eran necesarios, los unos para los otros. La vida de Gonne es un ejemplo del continuo del trabajo cultural para lograr la acción directa seria.

Gonne también generó un hijo, Seán MacBride, cuyo curriculum vitae es al menos igual de impresionante que el de ella. A la edad de 15 años se enlistó en el voluntariado de los irlandeses y luchó en la Guerra Irlandesa por la Independencia. Se mostró en contra del Tratado Anglo-Irlandés y fue arrestado un gran número de veces por el estado irlandés libre. Fue el secretario personal de Eamon de Valera, uno de los líderes del Alzamiento de Pascua y sirvió como director de inteligencia para el Ejército Republicano de Irlanda (por sus siglas en inglés IRA) y como jefe de personal. Como abogado, defendió a muchos de los prisioneros políticos de la IRA a través de su carrera. En 1948, fue asignado a un puesto en el gabinete del gobierno como Ministro de Relaciones Exteriores. Jugó un papel decisivo en la revocación del Acta de Relaciones Exteriores y la Declaración de la República, en la cual Irlanda declaraba su independencia del Commonwealth Británico. Durante su cargo como ministro, la convención europea sobre derechos humanos fue redactada y sirvió como una fuerza líder para su aceptación. También fue la razón principal por la que Irlanda se abstuvo de unirse a la OTAN. Fue un cofundador de Amnistía Internacional; redactó la primer constitución de Ghana y la constitución de la Organización para la Unidad Africana; fungió como Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU al igual que Alto Comisionado de Derechos Humanos; y fue nombrado presidente de la UNESCO. Presionó a la Corte Internacional de Justicia para declarar a las armas nucleares como ilegales. Ganó el Premio Nobel de la Paz. Los jueces dijeron que "había movilizado la conciencia del mundo en la lucha contra la injusticia". Nunca se detuvo. Si la mayoría de nosotros lograra sólo una de estas cosas, podríamos morir felices. Por todas las cuentas permaneció humilde hasta el final.

Esa fue una cultura de resistencia que funcionó. Creó cambios materiales profundos en la organización del poder al generar activistas de valor y fuerza a través de generaciones. Podemos ver las luchas políticas a través de la historia y encontrar patrones similares de actividad. Los emprendedores de acciones que recordamos son formados por sus contextos, por una cultura de resistencia. Esa cultura forma el carácter de los accionistas alrededor de un centro de valores como la valentía, lealtad y compromiso encaminados hacia la justicia. Les da las herramientas intelectuales necesarias para la conciencia política. Los integra en una red social de camaradería y pertenencia. Y los motiva en sus actos de resistencia al proveerles dinero, suministros, abogados y apoyo a prisioneros. Conforme la lucha toma forma, las personas en el movimiento expuesto adoptan la tarea de construir instituciones alternativas, desde escuelas hasta milicias, instituciones que serán necesarias cuando los sistemas opresivos sean derrocados.

El movimiento ambientalista ha tomado una decisión, una decisión que estamos pidiendo a cada lector que reevalúe contra el ataque incansable de esta cultura industrial sobre nuestro planeta. Hasta la fecha, la decisión colectiva ha sido el rechazo de la posibilidad de un movimiento serio de resistencia. Esa conclusión ha sido respaldada por muchas fuerzas culturales, algunas de las cuales, como hemos visto, se remontan a varios siglos atrás. Durante mucho tiempo, los movimientos religiosos de tanto oriente como occidente, han declarado al mundo un lugar de sufrimiento y corrupción, con la retirada y salvación personal como actividades correctivas. El liberalismo clásico, con su individualismo e idealismo, también ha sido una fuga continua de confusión y obstrucción. Durante cientos de años la cultura alternativa contemporánea, con sus raíces en el Lebensreform, Wandervogel y movimientos bohemios, ha sido jalada entre los polos de la confrontación con el poder y la ruptura de límites, por un lado de las luchas por la justicia y muestras de intensidad adolescente por el otro.