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Existen otras tres diferencias clave entre liberales y radicales. Dado que el liberalismo elimina al poder, sólo puede explicar la posición subordinada de los grupos oprimidos a través de la biología o algún otra afirmación naturalista. Un análisis radical de la raza entiende que las diferencias del tono de piel son un continuo y no una distinción: la raza entendida como se hace en el campo de la biología no existe. Según Audrey Smedley en Race in North America: Origin and Evolution of a Worldview (La Raza en América del Norte: Orígenes y la Evolución de la Visión del Mundo):

La raza se originó como la imposición de un sistema arbitrario de valores basado en los hechos de la variación biológica (fenotípica) en la especie humana... Los significados tienen valor social pero no tienen una relación intrínseca con la diversidad biológica misma. La raza... fue fabricada como una realidad existencial de la combinación de diferencias físicas reconocibles y algunos hechos sociales incontrovertibles: la conquista de personas indígenas, su dominación y explotación y la importación de un población vulnerable y controlable desde África para servir la avaricia insaciable de algunos emprendedores europeos. Las diferencias físicas fueron una herramienta crucial con la cual los blancos dominantes alzaron y preservaron barreras sociales e iniquidad económica; lo cual es, buscaron de manera consciente crear una estratificación social basada en las diferencias visibles.3

Su punto es que la raza trata sobre el poder, no las diferencias físicas. La ideología del racismo fue una herramienta de los ingleses contra los irlandeses y de los Nazis contra los Judíos, grupos que no podían ser distinguidos por diferencias fenotípicas; en efecto, esa fue la razón por la que los judíos fueron obligados a usar estrellas amarillas.

Los conservadores adoptan activamente las explicaciones biológicas de la opresión de raza y género. Usualmente los liberales blancos saben que las personas de color no son naturalmente inferiores, pero sin el análisis sistemático del radicalismo, están atrapados con las nociones vagas y molestas de que las personas de color son... diferentes, una diferencia que a menudo se convierte en fetiche, sexualización o que resulta en actitudes condescendientes.

El género es quizás el mejor ejemplo del poder disfrazado como biología. Existen explicaciones sociobiológicas para todo, desde los comportamientos masculinos de patrones de gasto hasta los de violación, todos basados en la idea que las diferencias entre hombres y mujeres son biológicas, a diferencia de la creencia radical que las ven como creaciones sociales. Esta naturalización de las categorías políticas las vuelve casi imposibles de cuestionar; no tiene caso cuestionar cuatro millones de años de evolución de la naturaleza. Es tan inútil como confrontar a Dios; el ala derecha es un baluarte para la misoginia y la estratificación social.

El propósito principal de esta racionalización es para intentar quitar al poder de la ecuación. Si Dios ordenó la esclavitud o la violación, entonces eso es lo que debe suceder. Así se naturaliza la victimización. Cuando estas formas de "naturalización" se muestran como racionalizaciones que sirven los intereses de los poderosos, recaen a menudo en que la victimización de alguna manera beneficia a las víctimas. Hoy en día, muchos de los defensores más elocuentes del capitalismo argumentan que las personas indígenas y los granjeros de subsistencia quieren "desarrollarse" (extrañamente a punta de pistola); muchos hombres argumentan que las mujeres "así lo querían" (extrañamente a punto de pistola); los silvicultores argumentan que los bosques (que existieron por su cuenta durante miles de años) se benefician de sus prácticas administrativas.

Con la remoción del poder de la ecuación, la victimización parece voluntaria, lo cual suprime el hecho de que en efecto es subordinación social. Lo que los liberales no entienden es que 90 por ciento de la opresión es consensual. Como Florynce Kennedy escribió: "No puede haber auténticos sistemas generalizados de opresión (...) sin el consentimiento de los oprimidos".4 Esto no quiere decir que se debe a nuestra culpa, de que el sistema se derrumbará si retiramos nuestro consentimiento o que los oprimidos son responsables por la opresión. Todo esto quiere decir que los poderosos (capitalistas, blancos, supremacistas, colonialistas, masculinistas) no pueden soportar un vasto número de personas con armas las 24 horas del día. Para su fortuna y nuestra perdición, no tienen que hacerlo.

Las personas sobrellevan la opresión usando tres métodos psicológicos: la negación, adaptación y consentimiento. Cualquiera que reciba un trato de dominación en la vida aprende rápido a mantenerse en la raya o arriesgarse a las consecuencias. Esas consecuencias sólo tienen que aplicarse de vez en cuando para ser efectivas: la psique traumatizada se patrullará a sí misma. Dentro del movimiento por las mujeres golpeadas, generalmente se reconoce que una paliza al año mantendrá dominada a una mujer.

Mientras los liberales consideran un insulto ser identificado dentro de una clase o grupo, van más allá con la creencia de que la identificación de la víctima la transforma en víctima. Me doy cuenta que la identidad es una experiencia compleja. Ciertamente es posible afirmar la pertenencia dentro de un grupo oprimido y mantener una perspectiva liberal de la experiencia propia. Esto lo experimenté mientras estaba en la sala de espera de un doctor viendo la televisión. El programa de televisión (supuestamente) era una comedia sobre unas personas trabajando en una oficina. Uno de los personajes negros se enteró de que probablemente había sido contratado por efecto de una política de inclusividad racial. Estuvo tan deprimido y humillado que renunció. Luego la directora administrativa encontró que probablemente ella también había sido promovida por una política de inclusividad de género. Ella también colapsa bajo una fuerte depresión. Me pareció muy difícil seguir la narrativa emocional. Considerando que los hombres de color y las mujeres tienen que enfrentar, violencia, pobreza, y ridiculización social cotidiana, las políticas de inclusividad son lo menos que esta sociedad puede hacer para ratificar la injusticia sistemática. Pero el hecho de que estos profesionistas de clase media lograran su posición gracias al éxito de las estrategias de los movimientos de justicia social era evidentemente entendido por la mayor parte de la audiencia como un insulto, en lugar de una instancia de éxito de tanto el individuo como el movimiento.

Es de notar que dentro de esta mentalidad liberal las condiciones materiales reales no son las que en efecto victimizan, sino el hecho de nombrar esas condiciones injustas en un intento de hacer algo al respecto. Pero los radicales no son los victimizadores. Somos las personas quienes creen que un sistema injusto puede cambiar y que los oprimidos pueden tener capacidad de acción y luchar para ganar control de las condiciones materiales de sus vidas. No aceptamos versiones de Dios o de la naturaleza que defiendan la dominación, e insistimos en nombrar al hombre que mueve los hilos, para analizar quién está haciendo qué y a quién se lo hace, como el primer paso hacia la resistencia.

La diferencia final entre liberales y radicales está en sus acercamientos a la justicia. Ya que el poder se vuelve invisible bajo el esquema liberal, la justicia se logra a través de la adhesión a principios abstractos. Por ejemplo, en los Estados Unidos, el absolutismo de la Primera Enmienda significa que los grupos de odio pueden organizarse y estructurar reclutamientos activos ya que resulta ser perfectamente legal. El principio de la libertad de expresión pesa más que la realidad material generada por los grupos de odio en las personas humanas reales.

Para los radicales, la justicia no puede ser ciega; las condiciones concretas deben ser reconocidas y atendidas para lograr el cambio. La dominación sólo se podrá deshacer al quitarle los derechos a los poderosos y redistribuir el poder social al resto de nosotros. Las personas a veces dicen que conoceremos al feminismo una vez que haya hecho su trabajo, cuando la mitad de los puestos directivos sean de mujeres. Eso no es feminismo; para citar a Catharine McKinnon, eso es el liberalismo aplicado a las mujeres. El feminismo no habrá ganado cuando unas cuantas mujeres obtengan una proporción igual del pastel de la opresión, servido con el sudor de nuestras hermanas, pero cuando todas las jerarquías de dominación, incluyendo las económicas, permanezcan deshechas.

No hay una mejor definición de opresión que la del libro de Marilyn Frye The Politics of Reality (La Política de la Realidad), en él escribe, "La opresión es un sistema de barreras interrelacionadas y fuerzas que reducen, inmobilizan y moldean a las personas que pertenecen a cierto grupo, y afectan la subordinación de otro grupo".5 Esta es la esencia del radicalismo en un solo enunciado. La opresión no es una actitud, es sobre sistemas de poder. Uno de los daños de la subordinación no es sólo la injusticia, explotación y abuso, pero también su consentimiento.

La subordinación también ha sido identificada para nosotros. Dworkin enlista sus cuatro elementos:6

1. Jerarquía

Jerarquía quiere decir que hay "un grupo encima y un grupo abajo". El grupo de abajo tiene pocos derechos, pocos recursos y es "considerado inferior".7

2. Cosificación

"La cosificación ocurre cuando a través de medios sociales un ser humano es transformado en algo inferior a un humano, transformado en una cosa o una comodidad, que puede ser comprada y vendida... aquellos que pueden ser usados tal como si no fueran enteramente humanos dejan de existir como humanos completos en términos sociales".8

3. Sumisión

"Bajo la condición de inferioridad y cosificación, la sumisión es usualmente esencial para la supervivencia... La sumisión es forzada sobre grupos cosificados y son vistos como inferiores lo cual precisamente es interpretado como evidencia de inferioridad inherente y una muestra de tener capacidades por debajo de lo humano".9

4. Violencia

Cometida por miembros del grupo superior, la violencia es "sistemática, endémica hasta ser ordinaria y normativa; finalmente es tomada de manera implícita como un derecho del que está cometiendo la violencia".10

Estos cuatro elementos trabajan en conjunto para crear un mundo casi herméticamente sellado de manera psicológica y política, donde la opresión es tan normal y necesaria como el aire. Cualquier muestra de resistencia se enfrenta con un continuo que empieza en la ridiculización y termina con el uso de una fuerza violenta. Aun así, la resistencia sucede de alguna manera. A pesar de todo, las personas continúan insistiendo en su humanidad.

Adquirir una conciencia política no es una tarea sin dolor. Superar la negación significa enfrentar cada día una crueldad normativa hacia toda la sociedad, una sociedad conformada por millones de personas que están participando en esa crueldad, que de no hacerlo de manera directa, lo hacen como observadores que reciben algún beneficio. Un amigo mío con quien crecí en pobreza extrema recuerda haberse iniciado en la política durante su primer año en la universidad, un año de angustia sobre el sencillo hecho de que "había gente rica y había gente pobre, y existía una relación entre los dos". Quizás debas hacerle frente directo a las experiencias dolorosas que has negado con anterioridad para poder sobrevivir, incluyendo la humillación de reconocer tu propia colusión. Pero el conocimiento de la opresión es la piedra angular para reconocer que la subordinación está mal y que la resistencia es posible. Las destrezas adquiridas de análisis pueden ser psicológicamente y espiritualmente liberadoras.