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Capítulo 5

Otros Planes

por Lierre Keith

Sabemos que cuando sólo nos valímos de la argumentación, deambulamos sin rumbo en la política durante cuarenta años. Sabemos que los argumentos no son suficientes ... y que la fuerza política es necesaria.

—Christabel Pankhurst, sufragista

Ya es tarde. Es demasiado tarde para las criaturas que se extinguieron el día de hoy. En algún lugar una diminuta rana verde cantó un himno a su especie por última vez. Una pequeña ave no encontró pareja y su último óvulo está desapareciendo dentro de ella. Se agregaron más de ochenta y un toneladas de carbono a la frágil atmósfera que cobija nuestro planeta, ese largo trabajo ancestral que heredamos de nuestros ancestros fotosintéticos quienes hicieron posible la vida animal.1 Una hambruna en cascada a través de la cadena alimenticia ha debilitado sus eslabones, desde el plancton al salmon a los osos grizzly; nadie puede adivinar cuánto más va a aguantar.

Nuestra exploración acerca de los otros planes para la transformación social está bien informada y no por una vaga esperanza de transformación espiritual hacia una proto-utopía que se comunica a través de círculos de lectura y estampas para las defensas del automóvil o la creencia en la bondad que yace en la profundidad de cada corazón humano, o en especial, no en un deus ex Akhashica. En términos simples, es un plan viable que requiere detener la destrucción que la civilización encarna, la reparación activa del daño hecho a las comunidades bióticas a través del globo y la renovación y reparación de las culturas humanas que verdaderamente son sustentables. Todo bajo un marco de derechos humanos.

Nada de esto representa una dificultad técnica. ¿Podrá ser una dificultad social, política, psicológica e incluso espiritual? Ténlo por seguro. Pero lo que necesita suceder para salvar este planeta no es una dificultad difícil de entender.

La quema de combustibles fósiles debe detenerse.

El daño que inflige a la atmósfera está trayendo el infierno; su extracción, desde la perforación petrolera a la minería de carbón, crea ríos de lodos tóxicos y destrucción, que en esencia son permanentes en una escala de tiempo trascendente; y la energía fácil que libera genera el resto de los horrores que hacen posible la civilización industrial.

Todas las actividades que destruyen las comunidades vivas deben de cesar, para siempre.

Esto incluye la deforestación de bosques, el arado de las praderas, el sobrepastoreo de pastizales, el vaciado de los océanos y la minería. Incluye la agricultura y la vida en las ciudades. Todas esas actividades se incluyen en una sóla palabra: civilización. En su lugar, los humanos necesitan obtener su sustento como participantes dentro de comunidades bióticas intactas y no sólo como sus destructores.

El consumo humano debe reducirse a gran escala.

Y de manera drástica. Debido a que los países ricos son los que hacen la mayoría del consumo, la habilidad de los ricos para robar a los pobres es la que debe ser confrontada y detenida. Actualmente la transferencia de recursos está organizada en un sistema llamado capitalismo e institucionalizada en sistemas dentro de sistemas de leyes que recorren el globo. La ley, por supuesto, está respaldada por el poder armado del estado. Comprender esto no es intelectualmente difícil. Con el capitalismo como una de las religiones dominantes del planeta, ciertamente resulta ser un reto psicológico y político. Pero es un reto al cual nos debemos enfrentar si es que nuestro planeta va a tener alguna esperanza de sobrevivir.

La población humana debe reducirse.

Si no lo hacemos de manera voluntaria, el mundo la reducirá por nosotros. Incluso en la Era de Piedra, los niveles de consumo eran propiciados a través de la energía solar ???, hay un exceso en el número de personas que el planeta puede soportar en una escala de billones.

Hay esperanza para nuestro planeta desgastado y cansado, pero para ser considerada como una esperanza debemos aceptar los hechos. Sin afrontar la realidad, la esperanza es sólo una historia para niños crecidos. Las personas animales, las personas vegetales y las personas minerales que son consumidas, no disfrutan del lujo de los cuentos de hadas. Los privilegiados que llevan a cabo el consumo permanecen felices cuando aceptan el "final feliz y para siempre" de la energía eólica, energía solar y las bolsas de supermercado recicladas. Y los poderosos están complacidos de que nadie esté amenazando con detener la conversión de los últimos biomas vivos en riquezas personales. La esperanza, la auténtica esperanza realista, reside en los valientes, porque la única acción realista de la esperanza es ser esa amenaza.